Amor de un Verano



 

AMOR de un VERANO

Una historia real…

 

¡ATENCIÓN! Éste relato contiene escenas explícitamente eróticas.


Personajes
:
 
 Miryam Yehudith Toledo
Aharón Avi Revladsky
Carmen
Joram
Gershom
La madre de Miryam (señora Manzanares)

Los personajes de éste relato son ficticios.
Toda semejanza con personas y hechos reales es pura coincidencia.


 

Todo comenzó de improviso, sin que nadie lo hubiera imaginado, ni siquiera los protagonistas de ésta historia, Aharón y Miryam.

Mi familia y la de ella se conocían desde hacía varios años antes que nosotros hubiéramos nacido; yo ya tengo 40 años y Miryam hace unos días ha cumplido 35. Ambas familias pertenecían a la misma sinagoga, la que fundó mi abuelo Aharón, Rabino reverenciado por su pueblo en aquella ciudad, de quien yo tomé el nombre pues ya había fallecido cuando yo nací. No obstante nuestras familias estuvieron siempre cerca, a Miryam la he encontrado muy raras veces antes de éste verano que acaba de terminar. Nosotros vivíamos en Argentina, pero yo vine a establecerme en Europa cuando tenía 25 años, y regresé allá sólo tres veces, la última de ellas fue diez años atrás. No la había visto mas desde entonces, y me recuerdo que conversábamos en la puerta de la sinagoga - ella tenía un vestido blanco. Nunca nos habíamos encontrado fuera de allí, pues el único momento que teníamos para relacionarnos era durante las reuniones en nuestra sinagoga. Recuerdo que de todos los jóvenes, ella me parecía la mas madura (¡cómo las apariencias engañan!) y una de las pocas personas con las cuales podía tener una conversación interesante, pues frecuentaba la universidad, como yo, mientras los demás jóvenes eran de otros ambientes menos intelectuales. También físicamente era de buen aspecto, morena, cabellos largos y ondulados, como me gusta a mí.
Pasaron diez años y el único contacto que tuvimos fue que le envié una tarjeta postal desde Budapest, al año siguiente de aquél en que nos habíamos visto. A través de otras personas, con las cuales mantenía una cierta comunicación, al tiempo supe que ya se había doctorado en medicina y que también estaba por casarse con un muchacho catalán, médico él también, y que iban a mudarse a Barcelona, así que estaba contento por ella, y porque quizás habría podido visitarla estando ya mas cerca de mi residencia en Italia. La apreciaba de verdad y deseaba que pudiera ser feliz con su marido. Después de un tiempo, supe que antes de casarse su novio había muerto, pero no conocía las circunstancias. Eso fue el año pasado. Esto es todo lo que yo sabía de Miryam hasta el 17 de Tamuz del 5764…

I. EL ENCUENTRO

Mi madre había viajado a la Argentina y estuvo con ella, así que me trajo la dirección de correo electrónico de Miryam para que nos pusiéramos en contacto, pues ella estaría viajando con su madre a Europa en este año. Así fue que en el mes de Adar nuestras relaciones se reanudaron, con breves mensajes e-mail, en los cuales me decía que estaba estudiando italiano y que vendría a visitar a sus parientes en España y también una amiga en Italia, por lo cual podríamos aprovechar la ocasión para vernos. Como su amiga vive en una localidad no muy lejos de mi residencia, le dije que iría con gusto a recogerlas al aeropuerto y llevarlas a la casa de su amiga, pero que también podían venir a visitarnos y estar con nosotros (mi madre y yo) en nuestra casa. Aceptó con gusto, y con un poco de sorpresa. Le envié también mi número de teléfono para que me llamara cuando estuviera en España, así nos poníamos de acuerdo para organizar su venida a Italia.
En el mes de Siván recibí sus noticias desde España, comunicándome que pensaban venir a Italia por veinte días y le ayudé a conseguir el vuelo al precio mas conveniente. Le compré el pasaje y se lo envié por correo electrónico, con llegada el 17 de Tamuz y salida, sin pensarlo, la fatídica fecha del 9 de Av. Hablamos algunas veces, diciéndonos que tendríamos tanto de que conversar. Me preguntó cómo era el lugar donde vivo, y cuando le describí el ambiente alpino, con montañas y bosques en los cuales frecuentemente me deleito en hacer caminatas, me dijo que debía ser muy bonito y que le encantaría hacer paseos en la montaña conmigo.
Antes que llegara, no sé por qué motivo yo le pedía a HaShem que me la diera como compañera, aunque en realidad no sabía cómo estaría después de la última vez que la había visto diez años atrás; la gente cambia y podría haber perdido su atractivo… Sentía la sensación que nos habríamos puesto de novios. También le compré un número telefónico móvil y le preparé un celular para que ella pudiera comunicarse libremente con su propio teléfono mientras estuviera en Italia. Le comuniqué el número antes de su llegada, para que sus familiares de España ya supieran dónde llamarla.
Sabiendo que había perdido su novio, imaginaba que tendría heridas en sus sentimientos y me propuse compartir con ella una experiencia similar que yo había vivido cuatro años antes con la pérdida de una persona amada, para ayudarla a superar ésa situación de angustia que, me imaginaba, tendría. De esto se trataba sobre todo cuando le decía que tendríamos tanto de que conversar.
El día que llegó al aeropuerto, no la reconocí en seguida porque tenía el cabello lacio… hacía ya varios años que se lo planchaba. Cargué sus valijas en mi auto, y para mi disgusto, hizo sentar a su madre adelante, al lado de mi asiento, y ella se sentó atrás.
En mi casa comenzamos a hablar de cosas en general, considerando el tiempo transcurrido sin noticias de ambas partes. Le fue asignada mi cama, mientras yo me trasladé al diván. Llegada la noche, tomó píldoras para dormir, pues no podía hacerlo sin ellas. Le pregunté por qué lo hacía; respondió simplemente que no podía dormir, sin explicar que eso le sucedía desde la muerte de Joram, su novio, cosa que imaginé. Al día siguiente la invité a salir a recorrer el pueblo y tomar algo en el bar, para iniciar un conocimiento recíproco.
Así comenzó a contarme su historia, y de la depresión que sufría desde la muerte de Joram. En mi casa logré escuchar que su madre le contaba a la mía que Miryam tenía muchos pretendientes pero que no quería saber nada con ninguno, que para ella existía sólo Joram… Pensé entre mí que sería complicado conquistarla, pero no me desanimé.
El 20 de Tamuz, o sea, al tercer día que ella estaba en nuestra casa, la llevé a pasear a la montaña, a un altiplano llamado "La Vaccera", y allí comenzó nuestra historia.

II. DESPIERTA EL AMOR

Llegamos a "La Vaccera" aquél día y allí le conté mi experiencia por entero, pues anteriormente le había solamente anticipado algunas cosas, preparando el terreno para poder relatársela bien cuando estuviéramos solos, tranquilos y con tiempo a disposición. Entonces la invité a cerrar el paréntesis que había dejado abierto, que ya no tenía sentido seguir sufriendo por la pérdida de un ser querido, pues no resolvería nada y sólo arruinaría su vida. Reconoció que en mis palabras había no sólo sensatez sino también comprensión y amor. Decidió hacer lo posible por olvidar a Joram.
Luego quedamos un rato en silencio, ella y yo apoyados a una piedra, hasta que Miryam me preguntó: "¿En qué piensas?"; le respondí: "No te lo digo"… luego le dije: "Bueno, te lo digo: pienso en que… te abrazaría", a lo que respondió: "¡Abrázame!". Entonces le puse mi brazo derecho sobre su hombro, y con mi mano alrededor de su brazo la apreté hacia mí. Caminamos unos pasos, y le dije: "¿Puedo besarte?" - "No", respondió. Nos recostamos en el césped, y le dije: "Sabes, yo te quise siempre, te amé desde aquél día que conversábamos en la puerta de la sinagoga" - "¿En serio?", me preguntó; "Sí", le respondí, "en serio, siempre te tuve mucha estima, y estaba contento por ti cuando supe que habías encontrado el amor y te ibas a casar; siempre deseé que seas feliz". Me acarició suavemente la mejilla. Le pregunté: "¿Por qué me acaricias?" - "Porque lo siento", me respondió. Después le dije: "Sabes que antes que vinieras, yo le pedí a HaShem que me diera a ti"; ante ésas palabras, comenzó a besarme. Fue allí que se enamoró de mí.
Regresamos a casa sin decir nada a nuestras madres. Esa noche no tomó la píldora para dormir, y nunca mas lo hizo… A la mañana siguiente, fui yo quien le llevó el desayuno, pues así está acostumbrada (hasta entonces, en mi casa se lo llevaba su madre). Entrando con su desayuno la saludaba diciendo: "Buongiorno, principessa!" ("Buenos días, princesa"), como el protagonista del film "La vita è bella" (Roberto Benigni) saludaba a su amada. Ése día fuimos al "Prá", un altiplano aún mas alto que la Vaccera, donde se llega después de caminar unas dos horas. Allí nos besamos apasionadamente, y ya hablamos de casarnos… Desde entonces, no faltó un día en el cual no le dijera "Te quiero", y ella puntualmente respondía: "Y yo"… "Es importante decírnoslo siempre", nos decíamos.
Al otro día, subimos a una montaña donde hay una iglesia evangélica histórica desde la cual se ve un espléndido panorama, y allí nos besábamos profundamente, a veces hasta casi una hora sin despegar nuestras bocas… Mi destreza en succionarle la lengua le encantaba, y me dijo que lo hacía muy bien… Luego le dije que también lo sabía hacer de la misma manera con el clítoris, y me respondió que sería hermoso probar… Noté que posicionó sus piernas contra las mías en modo tal de apretarme con sus ingles para excitarse al contacto conmigo.
Todos los días salíamos y nos encantaba besarnos apasionadamente en público, lo que fue el comentario del pueblo. Me gustaba su desenvoltura y sin haberlo manifestado verbalmente, ambos encontrábamos un cierto "fascino" en el exhibicionismo…
Así fue que al cuarto día de nuestro noviazgo todavía secreto, fuimos de nuevo a la montaña, al refugio "Bárbara", donde nos recostamos en el prado para besarnos. Luego se puso sobre mí con sus piernas apretando mis caderas y comenzó a moverse como si estuviéramos haciendo el amor, sólo que ambos teníamos pantalones, y que con movimientos similares al coito llegó al orgasmo. Cuando llegaba al clímax, me tomaba los cabellos con sus manos y gemía. Ése es su estilo. A la noche fuimos al bar del pueblo y luego, a un parque cerrado con muros por tres lados, con árboles, poco iluminado y totalmente oscuro en el fondo. Llegamos hasta el último árbol, nos apoyamos allí para besarnos y abrazarnos, luego le bajé sus bragas y comencé a succionarle la vulva. En seguida ella con sus manos me buscó el pene, y nos echamos al suelo, donde hicimos el amor por primera vez. Como estaba en su período fértil, no pude completar el acto por temor a eyacular adentro, entonces nos pusimos en pié y, apoyándola contra el árbol, le pedí que terminara con la boca…
Regresamos a casa esa noche, conservando nuestra relación en secreto. Al día siguiente, lavándose me dijo que había residuos de líquidos que no eran suyos, o sea, era semen, pero le dije que no se preocupara, que no pasaba nada.
Comenzamos a conocernos en todos los aspectos, y descubríamos tener gustos muy similares. Incluso nuestras ideas políticas del tiempo que frecuentábamos la universidad (ella al principio no se animaba a decirme cuál era su tendencia, luego le dije la mía y entonces me confirmó que era la misma). Le gusta la velocidad, y cuando yo entro en la autopista normalmente voy a 180 km. por hora, lo que la excitaba mucho. En cuanto al tipo físico, yo no era exactamente el suyo: prefería los cabellos cortos, mientras yo siempre los usé largos, y generalmente los hombres mas jóvenes que ella… A decir verdad, ella tampoco era exactamente como me hubiera gustado: una de las cosas que le pedí fue que no se cortara mas el cabello sino que lo usara largo hasta la cintura (lo tenía a media espalda) y que no se depilara el pubis… Una de las cosas que me sorprendió positivamente, es que practica la danza del vientre, disciplina que siempre me atrajo, y le dije que para completar su aspecto, le regalaría un brillante para la nariz.
En base a lo que se comentaba de las aventuras de mi padre cuando era soltero (y también mi abuelo, antes de ser Rabino, tuvo una larga historia de play-boy), ella temía que yo la traicionase, pues me dijo claramente: "Se sabe que a los Revladsky les gustan mucho las mujeres", y sabía que yo no era una excepción. "Es cierto", le dije, "pero también lo es que cuando tenemos una mujer, somos fieles, y a quien diga que mi padre una vez casado siguió saliendo con mujeres, le rompo la cara". Le prometí fidelidad, con la sola condición que ella también fuera fiel. Establecimos que la primera relación con otra persona, de ambas partes, sancionaba automáticamente el fin de la nuestra. Establecimos también que seríamos honestos y leales en decirlo si habríamos alguna vez traicionado, a costo de terminar nuestra historia. Estuvimos de acuerdo.
Volvimos a hacer el amor en un bosque; encontramos un lugar apartado cerca de un arroyo, extendimos un saco de dormir abierto y pudimos tranquilamente desnudarnos y probar distintas posiciones, aunque ella prefería siempre estar arriba y conducir el juego. Pero precisábamos perfeccionarnos, yo lograba hacerla llegar al orgasmo tres o cuatro veces, pero yo no llegaba. Le dije que lo importante para mí era que lo disfrutara ella, y que estaba satisfecho de poder hacerla feliz, que no se preocupara por mí.
Planeamos salir solos por unos días al mar, pero Miryam temía que hubiera problemas, pues sabía con certeza que su madre no aprobaría. Le sugerí que lo hiciéramos igualmente, escapando juntos, para poder disfrutar al máximo nuestro idilio. Para hacer mas aceptable el plan, le propuse que fuésemos un día a la casa de su amiga, desde donde hablaríamos por teléfono comunicando que nos quedábamos allí unos días, pero en realidad nos iríamos al mar. Aceptó la idea, aunque con temor. Comencé a descubrir cuánto era opresivo sobre ella el dominio de sus padres, aún teniendo ya 34 años. Exactamente una semana después de haber iniciado nuestra relación, comunicamos a nuestras madres que pensábamos ir al mar juntos dos o tres días. Eso causó la reacción de su madre, que se opuso tenazmente, y tuvimos que revelarles que estábamos de novios… Nuestras madres se pusieron contentas, al menos la mía. Asimismo, su madre no cambió su posición y no quiso que saliéramos solos sin volver a la noche, entonces sugerí a Miryam que nos escapemos al día siguiente. Preparé todas las cosas necesarias en el baúl del auto, y a la mañana sucesiva salimos como de costumbre a tomar algo al bar, en cambio, tomamos la autopista hacia el mar… Ésa fue la única vez que decidimos algo juntos y ella no se echó atrás para realizarlo. Llegamos a la casa de su amiga, y llamamos desde allí, como estaba previsto. Su amiga nos había preparado una habitación con dos camas, que juntamos, pero por causa del excesivo ruido que hacían los elásticos, hicimos el amor sin grandes resultados. Al día siguiente partimos hacia el mar. Yo no tenía suficiente dinero, y llamé a un amigo bohemio que justamente estaba en la costa, y fuimos al encuentro. Fue una experiencia particular para ella, era la primera vez que se encontraba en un ambiente bohemio, que era justamente el tipo de gente que yo frecuento desde que estaba en mi país. Obtuve un préstamo y seguimos viaje hacia el sur, buscando un camping para poner nuestra tienda cerca del mar y realizar nuestra "luna de miel" improvisada.

III. LA REVELACIÓN

En ése viaje, Miryam descubrió algo muy importante que seguramente condicionó el desenlace de nuestra historia. Mientras viajábamos como dos fugitivos, ella se sentía libre quizás por primera vez en su vida. Vió que yo soy un hombre determinado, capaz de planear la cosa mas insólita y realizarla. En nuestras conversaciones ella fue descubriendo que yo conocía muchas cosas de la historia de nuestras familias, incluso mas que ella de la suya propia. Miryam tenía una sospecha concerniente a su origen y necesitaba alguien que se la confirmara, pensando que yo podía ser esa persona. Así fue que comenzó a contarme, como por casualidad, que un primo suyo a los 20 años de edad supo que era adoptado y se suicidó. Le pregunté si le parecía una reacción lógica, a lo que me respondió que no, que es algo muy duro pero que se debería aceptar con calma. Luego le pregunté si le parecía justo que los padres no dijeran a sus hijos de ser adoptados, y me respondió que no, que deberían decírselo. "¿Por qué me lo preguntas?", me dijo - "No, para saber, pues conozco alguien…", le respondí. "¿Es alguien que conozco yo?" - "No" - "No me mientas" - "No te miento" - "Entonces dime, ¿yo conozco a ésa persona?" - "Cambiemos de tema" - "No, dime, ¿yo conozco a ésa persona?" - "Sí". Como estábamos en la autopista, paré en una estación para poder hablar del tema con calma. Entonces preguntó: "¿Mi hermana es adoptada?" - "Sí", le dije, "pero tú debes estar tranquila, tú eres Toledo, tu apellido original es Toledo". Prosiguió: "¿Y mi hermano? ¿Es adoptado?" - "No sé cuál es el apellido de tu hermano, pero tú eres Toledo". Ella siempre fue muy allegada a su hermano, y le pesaba confirmar sus sospechas que no lo era biológicamente. Si su hermana mayor era adoptada, y también lo era su hermano menor, no entendía muy bien cuál era su posición, ¿cómo podía ella ser Toledo? Me preguntó: "Soy Toledo, pero soy también Manzanares?". Entonces le dije, "Sabes, en aquél tiempo no existía la fecundación asistida… cuando te fueron a buscar tus padres, les dijeron: 'A ustedes les daremos la Toledo' - '¡Y si nosotros somos Toledo!' - 'Mejor, así no hay que cambiarle el apellido'…". Ante ésa revelación comenzó a llorar, y la consolé, apoyando su rostro contra mi pecho y acariciándole el cabello.
Miryam es evidentemente diferente de los Toledo y también de los Manzanares, la familia de su madre, españoles, y probablemente la madre biológica era de apellido Toledo, pero de origen araucano.
Continuamos el viaje y estuvo por un largo rato en silencio, llorando. Me daba pena verla así, pero necesitaba desahogarse, pasar el momento.
Luego comenzó a preocuparse por quiénes mas podían saberlo y no se lo dijeron. "Prácticamente toda la sinagoga, es decir, la generación anterior a la nuestra, pues conocen a tus padres desde que ustedes nacieron", le dije. "¿Y la familia del Rabino, también lo saben?", me preguntó; "Sí, al menos la generación anterior a la nuestra, pero no estoy seguro sobre los hijos, nuestra generación; no sé si tus primos lo saben o no…".
Ésta fue la mas grande revelación que alguien le haya hecho en su vida, y aunque sea sólo por eso, nunca podrá olvidarme…

IV. CONFIDENCIAS ÍNTIMAS

Durante el viaje continuamos a contarnos aspectos de nuestras vidas; Miryam me tomó confianza, pues se la inspiré con mi sinceridad, y cedió a confesarme algunos hechos íntimos de su vida - aunque con fatiga, pues es muy reservada -. Así logré saber si además de Joram había habido algún otro hombre con el cual haya hecho el amor (o mas explícitamente, tenido relaciones sexuales). Fue difícil, pero me confesó que el año pasado, en un momento en el cual estaba enojada con Joram, por despecho se entregó a otro "hombre", pero que ésa relación hubiera sido imposible debido a la diferencia de edad… él es mucho mas joven. Con mis preguntas incisivas logré extraerle, poco a poco, la verdad sobre ésa relación, que provenía de dos años de amistad y culminó con dos semanas en las cuales tuvo sexo cinco o seis veces con Gershom, un joven de nuestra sinagoga que además vive apenas a 100 metros de su casa, lo que implica que debe seguir viéndolo frecuentemente aún sin querer. Me dijo que además del coito, él también le succionó la vulva, pero ella no hizo prácticas orales con él (¡menos mal!...). Ésta mancha en su pasado fue un factor importante en la continuación de nuestra relación. No quería decirme cuánta era la diferencia de edad, me decía que qué podía importar si él tenía 25 años o 20… hasta que tuvo que confesarme que tenía en realidad 17! Y que además, para él era la primera vez. Eso me pesó mucho, no podía aceptar que una mujer profesional, culta, doctora, de 33 años, hubiera iniciado sexualmente a un adolescente, o sea, un niño. Trató de justificarse, diciéndome que para su edad era muy maduro, que era un período en el cual nadie la comprendía y él era el único que la estuvo apoyando, que en sus razonamientos era incluso mas maduro que Joram… Todas sus excusas no fueron suficientes para convencerme, y le dije claramente que ella tenía que curarse de su patología, pues era, inconscientemente, pederasta. Le hice notar que si la cosa hubiera trascendido, ella habría arriesgado la cárcel por abuso de menor, además de ser deshabilitada para ejercer su profesión. Si la ley condena una relación de ése tipo, debe ser porque efectivamente no es una cosa normal. Trató de reclamarme que también yo tenía sexo con mujeres hasta 20 años mas jóvenes que yo. Es diferente, le expliqué, porque no existe un hombre adulto de 17 años, mientras la mujer ya lo es a los 16, y que de todos modos, nunca me aproveché de una menor de 18. Me dijo que lo había hecho sólo esa vez, y por desesperación. Yo también le dije que nadie hace algo si no tiene una tendencia; por ejemplo, si uno tuvo una experiencia homosexual, aunque sea una sola vez, es porque tiene latente tal tendencia, de otra forma, no lo haría por nada del mundo… Y anteriormente ella ya me había dicho que le gustaban los hombres mas jóvenes que ella. Así comprendió que en realidad tiene un problema de tipo psíquico-sexual, y lloró mucho. Le pregunté: "¿Por qué lloras? - "Lloro por mí…", me dijo. Estaba realmente arrepentida, pero era tarde para poner remedio, el pasado no se puede borrar. Ésta experiencia de apenas un año y medio atrás fue para mí una pesadilla, y me costó mucho aceptarla. Le dije que era para mí una desilusión, pues yo siempre la consideré entre las personas mas maduras, coherentes y responsables de nuestra comunidad, y nunca me hubiera imaginado que pudiera caer en algo así. Le expliqué también que si ella conociera a los hombres, entendería que es una gran humillación para el orgullo masculino que, inevitablemente, todos tenemos por naturaleza. Desde entonces decidimos que yo no volvería mas a presentarme con ella en la sinagoga, sabiendo que hay un joven que podría ser nuestro hijo, que en su íntimo (si no lo dice a otros) dirá de mí "yo me cogí a su mujer"… Es cierto que entonces ella no tenía nada que ver conmigo, que es un adulterio que cometió contra Joram y no contra mí, pero no podía aceptar que hubiera iniciado sexualmente a un niño, que además no la olvidaría nunca pues fue su primera "mujer". Cierto, en éstos tiempos, una mujer de 34 años que fue virgen hasta los 29 y que "conoció" (en sentido bíblico) sólo dos hombres en su vida es de admirar, pero el problema es que sólo uno de ellos era un hombre… el otro, si hubiese sido un hombre, vaya, no sería un problema mayor, pues son cosas normales que suceden a la mayoría de la gente, y sería mas aceptable por el hecho que de todas maneras, cuando ella lo hizo aún no estaba conmigo. Pero un niño de 17 años!...
Esa noche llegamos al camping, pero no pudimos hacer el amor, yo estaba muy alterado y su cuerpo desnudo no lograba excitarme. Dormí abrazándola, pero ella no logró dormir. Desde entonces, mis sentimientos por ella comenzaron a fluctuar, por un lado la amaba tanto que no habría podido rechazarla, por el otro, no podía tampoco aceptarla. Trataba de auto-convencerme, sintiendo por ella mas bien compasión, y considerando que no merecía ser condenada toda su vida por un error, por grande que haya sido, de su pasado. Sin embargo, nunca le hice notar estos altibajos en mis emociones, y le demostré siempre mucho amor. Le dije que lamentaba haber llegado tarde a su vida, y que la culpa era mía; quizás si yo no me hubiera venido a Europa, habría sido su amor antes que Joram, o al menos, cuando ella estaba en sus momentos difíciles, habría estado yo en lugar de Gershom… Ella me decía "No; tú llegaste en el momento justo"… Me había dicho que si me perdía habría sufrido mas que con la pérdida de Joram, y yo no podía tampoco soportar en mi conciencia el sufrimiento que podría causarle mi rechazo. Decidí entonces amarla a cualquier precio. A pesar de eso, muchas veces me venía a la memoria ése hecho, y le pedía a HaShem que así como me la dio, hiciera que ella me dejara… Lograba superar ése deseo, pero a veces retornaba y era una lucha interior.

V. AMANTES FUGITIVOS

Durante ése viaje la llevé a conocer la Torre de Pisa, luego regresamos por la Costa Ligure y nos quedamos a disfrutar el mar en Cinqueterre. Proseguimos y a la noche cenamos en Santa Margherita, recorrimos hasta Portofino y dormimos en el auto. Pasamos momentos inolvidables, aunque ésta vez no siempre con la armonía de la primera semana de nuestra relación. De regreso su madre estaba enojadísima, pero no nos dijo nada. El resto de su estadía en Italia pasó mas bien tranquilo, seguimos saliendo a visitar los alrededores, volvimos a la montaña de la iglesia evangélica a besarnos apasionadamente en el mirador y vivíamos nuestro amor como dos fugitivos, buscando donde poder estar tranquilos. A la noche ella se quedaba conmigo en la sala donde estaba el diván, generalmente estábamos juntos apoyados en la ventana, de espaldas a la puerta de la habitación donde dormían ella y su madre - que podía abrirse en cualquier momento y por lo tanto no podíamos arriesgar a hacernos sorprender haciendo el amor allí… Las ventanas tenían cortinas dobles y largas, así que una vez nos ingeniamos cómo satisfacer nuestros deseos de hacer el amor, y colocándonos entre la ventana y las cortinas, me senté sobre el borde de la ventana de frente a ella, así pudo succionarme el pene, cosa que hizo con mucho placer y destreza. Le avisé cuando estaba por venir, pero no hizo caso, prefirió tragar todo y continuar… cuando terminó, limpió el órgano suavemente con su lengua y sus labios; lo hizo tan bien que no tuve necesidad de lavarme. Fue una de las experiencias que mas disfrutamos. Luego fue a cambiarse para dormir, pero vino a darme el beso de las buenas noches. Noté que bajo su camisón no tenía nada, así que le di mi beso en su vulva.
Uno de los pocos momentos en los cuales la ví reír fue una vez que caminábamos juntos en el pueblo y ella tropezó. Para evitar que cayese, instintivamente la sujeté con mi mano bajo sus ingles, ayudándola a ponerse en pie... Ésta forma original de sujetarla le causó mucha risa.
En uno de esos días volvimos también a "La Vaccera", a recordar el día que comenzó nuestro amor. Comenzamos a hacer planes para el futuro, y su decisión fue de ir a su casa por el tiempo necesario para cerrar sus consultorios médicos y disolver su sociedad para venir lo antes posible a Italia y casarnos. Considerando todas las posibilidades, establecimos que el tiempo de tres meses sería suficiente para poner en orden todas sus cosas, y nos habríamos casado en el mes de Kislev 5765.
Pensábamos que ya se acercaba el momento que Miryam y su madre tendrían que regresar a España, y que estarían allí todavía otras tres semanas, y nosotros no podríamos resistir de estar separados estando tan cerca. Entonces le propuse que acompañara a su madre y que después de unos días regresara a Italia, y luego volviera a España justo para tomar el vuelo de regreso a la Argentina… Aceptó, pero ésta vez fue la primera de una serie de veces que, después de haber acordado algo, al último momento se echó atrás. Así que cambié mis planes y decidimos que yo la iría a visitar a España una semana después que ella estuviese allá, hasta el momento de partir para su casa.
El último día entero que le restaba en Italia buscábamos un lugar apropiado para hacer el amor. Justamente era un día donde había turistas en todas partes, el tiempo era propicio para salir y todos aprovechaban. Recorrimos los montes y los bosques, hasta que encontramos un prado junto a un arroyo, donde estábamos solos y comenzamos a besarnos apasionadamente, preparándonos para luego recostarnos y copular. Entonces de improviso apareció un pescador, que se instaló un poco mas allá, y nuestras esperanzas de hacer el amor en paz se desvanecieron. Buscamos otro lugar, sin resultados. Decidimos regresar a casa para cenar, pero sin darnos por vencidos, salir después de haber cenado para "ir al bar a tomar algo", y así, de noche, sería posible hacerlo. Fuimos entonces a un prado a la orilla de la ruta, coloqué el auto de modo que nos cubriera, y allí fue que tuvimos uno de los mejores momentos de nuestra breve pero intensa relación. Hicimos el amor cinco veces esa noche, y hubiéramos deseado continuar, pero se hacía muy tarde y no queríamos suscitar alarma en casa. Como era habitual, yo comenzaba succionándole los pezones e introduciendo mis dedos en su vagina hasta hacerla llegar al orgasmo, mientras ella con una mano me tomaba el pene. Siempre le daba su primera dosis de placer de ésta forma. Luego ella se colocaba sobre mí, para sentir mi órgano dentro de ella y gozar inmensamente de dos o tres orgasmos antes que yo llegara al mío. Para variar, luego invertí posición y me coloqué sobre ella, para hacerlo en la forma "clásica", que para ella era toda una novedad. De hecho, ella consideraba "machistas" todas las posiciones excepto cuando la mujer está arriba o ambos sentados de frente uno al otro. Sin embargo, ésta "nueva" forma le dio satisfacción, y así concluimos ésa última noche en Italia…

VI. EN ESPAÑA

La despedida en el aeropuerto fue un "hasta luego". Le dejé el teléfono móvil para que pudiéramos seguir comunicándonos, cosa que hacíamos sobre todo a través de mensajes. Cada mañana la despertaba a la hora prevista con un "Mi Princesa, TE AMO!!!", siempre con tres signos exclamativos. Me preocupaba que ella no se sintiera a gusto en el pueblo donde estaba, en pleno desierto de Almería, pero me tranquilizó diciéndome que toda esa semana había una fiesta popular y que no se aburría tanto. También nos sentimos por teléfono. Recuerdo una ocasión que le dije que estaba mirando su foto que tenía en mi celular, pero que a ella en realidad la tenía en otro lugar, y ella me dijo "En el mismo lugar que te tengo yo a ti"… No cabíamos uno en el corazón del otro, lo llenábamos todo.
Al cabo de diez días, llegué con mi auto a la mañana y la llamé para que fuera a mi encuentro. Nos abrazamos y besamos por al menos una hora en la calle, contentos de volvernos a ver y estar juntos nuevamente.
Fui hospedado en la casa de los parientes de su madre donde estaba ella también. Me dieron la habitación contigua a la suya, de frente a una sala en la que transcurríamos un tiempo a la noche antes de ir a dormir, bebiendo el limoncello que le llevé desde Italia, que tanto le gustaba. En esos días ella debía tener su ciclo, en cambio no llegaba, y comenzó a preocuparse. Si había quedado encinta, habría sido justo por aquella primera vez, cuando estaba en su ovulación y quedó algo de semen en su interior. Desde entonces, instintivamente, comencé a acariciarla en la zona en torno al ombligo, cosa que ella notó…
Tratamos de buscar lugares donde hacer el amor, pero era difícil encontrar algo de verde donde recostarnos cómodamente. Al final tuvimos que contentarnos de un bosque bastante árido, sin césped, y tratar de ignorar las piedras y espinas del suelo. A pesar de eso, no fue tan mal. Salíamos todos los días, uno de los cuales fuimos al mar en Villarico; encontramos una playa pedrosa pero muy bonita; el mar estaba agitado y disfrutamos el día abrazados entre las olas. Fue uno de esos días inolvidables.
Habiendo agotado los lugares en las cercanías para poder estar juntos, planeamos ir a Jaén, a casa de Carmen, una gitana que nos había invitado a pasar unos días con su familia. Para poder "ablandar" a su madre, la invitamos a ir a conocer Granada, y así lo hicimos. Pasamos un hermoso día (a pesar de su madre), y nos besamos en el patio mirador de frente a la Alhambra, donde nos hicimos fotografiar mientras nos besábamos. Al día siguiente comunicamos a su madre nuestra intención de ir a Jaén, lo que resultó en uno de los peores momentos que pasamos… Ante la absoluta oposición de su madre, Miryam desistió de lo que habíamos planeado - ésa fue la segunda vez que demostraba su volubilidad. Le reclamé que no era posible que no mantuviera sus promesas, que apenas su madre abría la boca, ella faltaba a su palabra. No cedió, dijo que había decidido no ir a Jaén. Entonces le dije que yo había ido a España por ella, no para someterme a su madre, y no pensaba perder mas tiempo. Cargué mis cosas en el auto para volver esa misma noche a Italia. Lloraba, no quería que la dejara. Discutimos durante horas esa noche, sin embargo no cedió. Le pedí por favor que cumpliera con su palabra, pero repetía siempre "No puedo". Me insistió que entrara de nuevo en la casa y a quedarme ésa noche. Lo hice pidiéndole que al menos durmiera conmigo en la sala, a lo que accedió. Durante la noche le rogué repetidas veces que cambiara de parecer, inútilmente. Le dije entonces que esa misma mañana regresaría a Italia, terminando así nuestra relación.
Al día siguiente, después de desayunar le solicité que me acompañara a lavar el auto, porque yo volvería a Italia. Así fue que vino conmigo hasta el lavadero, sin prevenirse y sin llevar ni siquiera dinero. Lavé el auto, luego tomé hacia la autovía. Me preguntó dónde estaba yendo, le dije que a cargar gasolina. Así lo hice, llené el tanque, y proseguí por la autovía, pero no en dirección de Almería. Entonces me preguntó qué estaba haciendo, que ésa no era la dirección de Vélez Rubio, el pueblo, y le dije: "Yo no voy a Vélez Rubio, voy a Jaén" - sólo en ése momento se dio cuenta que la estaba raptando, y me pidió por favor que la llevara de vuelta a la casa, pero le dije: "¿Cuántas veces te pedí por favor, y te supliqué que vinieras conmigo, y me dijiste 'no puedo'?; ahora soy yo que te digo 'no puedo'…". Dijo que apenas llegáramos se volvería… "¿Sí? No llegarías antes de mañana… y con qué dinero vas a viajar?", le respondí. Se resignó. No me detuve hasta llegar a Jaén…
Cuando llegamos a la casa de Carmen se tranquilizó. Le dije que llamara por teléfono a su madre y que dijera la verdad, que yo la rapté y que ella no pudo hacer nada. Así fue. Sus parientes dijeron que la irían a buscar, por lo cual llamé yo y les dije que era inútil porque pensábamos irnos a Córdoba esa misma noche. Miryam temía que la fueran a buscar, pero en todo caso, me dijo (¿sería cierto?) que no iría con ellos sino que se quedaría conmigo. Había entendido que yo la rapté para salvar nuestra relación.
Carmen nos llevó al supermercado para comprarle ropa íntima a Miryam, visto que no había llevado para cambiarse, luego nos invitó a cenar afuera. También le dio otras ropas de ella para el día, y nos asignó una habitación con una cama semi-matrimonial. Para Carmen, según la costumbre gitana, el hecho que yo hubiese raptado a Miryam significaba que era ya mi mujer, y también Miryam me consideraba de hecho su marido.
Nuestra habitación estaba en el primer piso, y dejamos la ventana abierta, la cual daba hacia la calle. Por fin hicimos el amor en una cama, como gente normal - pero siempre con la emoción de hacerlo con un cierto exhibicionismo, pues desde la calle nos podrían haber visto. Esa noche también la hice llegar varias veces al orgasmo, y ella concluyó con su habilidad oral. Lo mismo sucedió la noche siguiente.
Eran ya dieciséis días que llevaba de atraso y comenzamos a hablar mas seriamente del nombre que daríamos a nuestro hijo: si era varón, su nombre sería David, pues ella me llamaba "mi Rey David"… pero para salir de la duda, compramos en la farmacia un test de gravidez, y resultó negativo. Entonces le pregunté: "¿Estás contenta o tranquila?" - "Tranquila", me dijo, expresando así la idea que, si hubiera estado encinta, quizás no estaría tranquila pero sí contenta…
Al tercer día habíamos ya planeado de ir a Córdoba, pues Carmen tiene su familia allí. Dejamos a Carmen en casa de sus padres y nos fuimos a visitar la mezquita y la Judería. Hacía mas de 46 grados de calor, pero la pasamos bien. Le compré un par de aros que eligió, y algunas otras cosas. A la noche volvimos para saludar a Carmen, pues pensábamos ya volver a Vélez Rubio, pero fuimos invitados a cenar en la casa de su hermano en la campaña, y aceptamos. La casa allí estaba aún en construcción, y no tenía puertas, así que tuvimos que hacer el amor con mucha precaución… pero lo disfrutamos. Miryam me dijo que quería hacerlo todavía, pero era muy riesgoso, podían oírnos. A la mañana siguiente volvimos a Vélez Rubio, sabiendo que yo no sería recibido en casa Manzanares, y que de todas maneras era ya el momento que ella y su madre debían partir hacia Tarragona. En ése viaje de regreso desde Córdoba a Vélez Rubio, hicimos algo particular: mientras yo venía conduciendo en la autovía, comencé a acariciarla entre sus piernas por debajo de sus faldas con mi mano derecha, hasta que ella se quitó las bragas, permitiéndome introducir mis dedos en su vagina. Por prudencia, disminuí la velocidad a 120 km. por hora, y continué a masturbarla hasta que llegó al máximo del éxtasis y alcanzó un fabuloso orgasmo… Creo que no podrá olvidar ésa experiencia, pues no es cosa de todos hacer el amor a esa velocidad!
Originalmente ellas vendrían conmigo en el auto, pero su madre no quería verme mas y decidió que se irían a Tarragona en el autobús. Miryam cargó sus valijas en mi auto, pues de todos modos nos veríamos en Tarragona, la acompañé a comprar los billetes para el día siguiente y luego nos apartamos e hicimos el amor en el auto, antes que yo saliera ésa misma noche.

VII. ÚLTIMA SEMANA

Nuestra última semana transcurrió en Maspujols, un pequeño pueblo cerca de Tarragona, en casa de una amiga suya, una mujer mayor con su marido. La casa era espaciosa, con muchas habitaciones dispuestas en tres niveles, lo que nos permitía de poder estar juntos solos y advertir si se acercaba alguien. Me dieron una habitación en la planta baja, mientras la suya era en el primer piso, como la de su madre. Fueron días de calma, su madre estuvo tranquila.
Como de costumbre, a la mañana yo la despertaba con el desayuno, y cubriéndola de besos. Recuerdo que me decía que mis besos eran "adictivos", que nadie la había besado tanto en su vida, ni Joram en siete años le había dado tantos besos como yo en veinte días. Me gustaba mucho besarla, comenzando desde la frente y llegando hasta los pies - pero deteniéndome mucho en sus senos, los cuales eran perfectamente formados, quizás la parte mas bella de su cuerpo. Ella me dijo que nunca antes había visto sus pezones tan erectos.
Durante el día salíamos a caminar, deteniéndonos cada tanto para besarnos. Después de cenar, todos iban a dormir y ella se quedaba conmigo en una de las terrazas; luego descendíamos a la planta baja y, sentada en la escalera (para advertir si alguien intentaba bajar), de frente a la puerta de calle, que siempre tenía un postigo abierto como para continuar con nuestro exhibicionismo, me extraía el pene abriendo mis pantalones para succionármelo por al menos media hora, hasta hacerme venir… lo hacía muy bien. Luego la acompañaba a su habitación, y yo bajaba a dormir en la mía.
Se acercaba el día en que tendría que tomar su vuelo de regreso a la Argentina, y buscamos la ocasión para hacer el amor completamente, como se debe, en una habitación desocupada. Como de costumbre, yo iniciaba con el trabajo manual, que le concedía su primer orgasmo, luego Miryam necesitaba sentir mi pene dentro de ella, y se posicionaba sobre mí, pero también lo hacíamos a mi manera, conmigo sobre ella. Luego lo hicimos también en mi habitación, ésa fue la última vez, el día anterior al de su partida.
Como sello de nuestro amor y como compromiso le pregunté si quería llevarse la cadena con una menorah de oro que yo tenía al cuello, a lo que me respondió, con lágrimas, que sí. En una pequeña ceremonia en la terraza, mientras leía el Cantar de los Cantares 8:6-7, se lo coloqué en el cuello. El verso comienza diciendo"Pónme un sello en tu corazón, … porque fuerte como la muerte es el amor, y los celos son duros como el Sheol…" - "Así es la descripción de mi amor por ti", le dije, y ella, con lágrimas en sus ojos, me abrazó.
Después de nuestro pacto de amor, las acompañé al aeropuerto de Barcelona, donde nos abrazamos y besamos por última vez antes de despedirnos en el embarque. Nos saludamos pensando que la próxima vez nos encontraríamos en otro aeropuerto, no mas para despedirnos sino para ir a recibirla, en cambio, no imaginábamos que ésa despedida sería para siempre…

EPÍLOGO

Calculando la hora que llegaría a su casa, llamé por teléfono y su hermana me respondió que aún no habían llegado, pero en ése mismo instante sintió que estaban abriendo la puerta… Apenas entró en su casa, Miryam escuchó mi voz que la saludaba. ¡Tanta precisión tenía nuestro amor! Desde entonces, yo la he llamado todos los días, hasta el 22 de Tishri…
El temor de Miryam por el cual desistió dos veces de llevar a cabo nuestros acuerdos, el primero de volver a Italia desde España y el segundo de ir a Jaén (que resultó en el rapto para que se cumpliera) consistía en la oposición de su familia, y sobre todo el hecho que cuando estuviera en su casa sin mi presencia, tendría que enfrentar sola a su padre, y a toda su familia. Por eso yo temía que una vez en Argentina ella renunciara otra vez, pero me aseguró que estaría firme en su decisión de venir a Italia y casarse conmigo, que nada la habría hecho cambiar de idea. Sin embargo, yo le hice notar que si no me lo había demostrado en Europa, sino que dos veces se echó atrás estando yo que la apoyaba, ¿cómo podía demostrarme que cumpliría con su palabra una vez en Argentina? Pero ella me aseguró que ésta vez no fallaría, que había decidido pasar el resto de su vida a mi lado y que nada la haría desistir. Cada vez que nos hablábamos por teléfono me expresaba su amor, y que me echaba de menos, y que no veía la hora de estar conmigo y disfrutar de mis besos, y de hacer el amor… Toda la gente la notaba muy cambiada, feliz como no la habían visto nunca. Hasta le preguntaron si se había siliconado los senos, lo que era en realidad el resultado de mis masajes…
En seguida comenzó a dedicarse a sus cosas, trabajando mucho para poner todo en orden y prepararse para venir a Europa. Tanto se dedicó, que empezó a descuidar lo nuestro. Mientras tanto, yo comencé a hacer los preparativos para celebrar nuestras bodas apenas ella llegara a Europa. En el período que estaba previsto que viniera, había que comprar el billete con mucha anticipación, así que para evitarle inconvenientes, se lo compré yo desde Italia. Ella mientras tanto, tenía que informarse de algunos trámites en el consulado, y otras cosas que no requerían mucho empeño ni tiempo. Pero siempre encontraba una excusa para no hacer lo que era importante para su viaje, aún lo mas simple. Por teléfono le reproché que era mejor que pensara menos en sus pacientes, los cuales iba a dejar, y mas en nuestras cosas, recalcándole que el que es infiel en lo poco, lo es en lo mucho… y así se verificó después de poco tiempo.
Todo parecía seguir como planeado, hasta que un día me dijo que quería que yo la fuera a buscar, que no vendría sola. Sabía de ponerme fuertemente a prueba, que yo no quería absolutamente ir a la Argentina por motivos que ella conocía muy bien, y ahora de repente me pide que lo haga. "Es lo que yo quiero", me decía. "¿Y mi opinión no cuenta?"… Traté de hacerle entender que era un gasto inútil, que no era fácil conseguir billetes, pero no cedió un milésimo de su posición. Al final acepté y fui a comprar un billete de ida y vuelta para mí, con el mismo vuelo de regreso a Europa que había reservado para ella. Aparentemente, se dio por satisfecha, pero no por mucho tiempo: un nuevo requisito taxativo vino pocos días después… La nueva condición fue que quería que nos casáramos allá, que no vendría sin haberse casado. Otra vez a discutir, no era lo mas conveniente casarse allá, además el tiempo para reservar el turno era poco, y yo no tenía en orden mis documentos de aquél país, pues uso los europeos. Pero no hubo forma de hacerle entender. Me preocupé de pedir todos los documentos necesarios y de mandárselos por correo privado para que llegaran a tiempo. Llegaron el día anterior al último disponible para pedir el turno para celebrar el matrimonio…
No bastaba el casamiento civil, quería también la bendición. "Es lo que YO quiero", repetía. Ella sabía perfectamente que no me habría presentado en la sinagoga a casarme con una mujer de la cual un niño podía decir haberla conocido íntimamente. No soportaría la presencia de Gershom en mi ceremonia de casamiento. Sabía que ése era el principal obstáculo. Ante su insistencia, le propuse de hacerlo en la casa del Rabino, en forma privada. Al principio aceptó, pero en realidad lo hizo para avanzar un paso mas, pues luego dijo que debía absolutamente celebrarse en la sinagoga, que haría invitaciones privadas y que sólo asistirían los invitados. Visto que sus condiciones eran intransigentes, si quería casarme debía hacerlo como ella deseaba… Y tuve que aceptar. Le hice notar que por amor estaba dispuesto a hacer hasta lo mas difícil.
Llegó el día que Miryam tenía que ir a reservar el turno para nuestro casamiento. La llamé esa noche y me dijo que no había ido. Le dije "Pero hoy era el último día, yo te mandé todos los documentos para hacer todas las cosas y tú no te preocupas de hacerlas", luego el dije "Yo me he dedicado a lo nuestro en primer lugar, mientras tú no le das importancia". "Es cierto", me dijo, "es que últimamente es como si no me importara nada" - "¿Tampoco lo nuestro?" - "No, tampoco" - "¿Cómo es eso?" - "Es que no estoy segura de amarte, y si no te amo, no me voy a casar"… Era la última cosa que habría esperado que me dijera. De improviso, todas sus palabras de amor se habían desvanecido en un instante. No podía ser. Al día siguiente la llamé y le pregunté qué pensaba hacer, y me dijo: "Estoy tranquila con la decisión que he tomado" - "¿Qué decisión?" - "… que nos dejemos"… Eso fue exactamente a los 90 días de nuestra historia, de los cuales estuvimos físicamente juntos sólo 34. Le pregunté si aún tenía al cuello mi cadena con la menorah, que representaba nuestro compromiso de amor: "No, me la he quitado hoy, te la devolveré".
Ahora me pregunto: ¿Tiene explicación una actitud así?
Yo la había soñado tres veces, siempre con sus cabellos largos y ondulados, como los llevaba cuando hablábamos en la sinagoga - quizás porque la Miryam que yo amaba era aquélla, cuando aún no existían ni Joram ni Gershom. Después que nuestra historia terminó, la soñé de nuevo, pero ésta vez como ella es ahora, y soñé que ya no era mía.
Después de su inesperada decisión, lo que ella temía era que yo tomara alguna represalia, que contara en la sinagoga nuestros secretos y particularmente los suyos, que había engañado a sus padres tres veces diciendo que tenía que atender un consultorio en otro pueblo y en realidad había ido a Barcelona a verse con Joram, el adulterio pederasta con Gershom, además de las veces que había hecho el amor conmigo. Le aseguré que no lo haría, que no quería en algún modo arruinarla, y como ya le había dicho antes, "yo quiero que seas feliz, conmigo o con el hombre que sea capaz de hacerte feliz, no importa"… yo mantengo mi palabra, y se lo he demostrado. "Yo te querré siempre, aunque no seas mía", era una frase que le repetí muchas veces.
Ahora, relatando ésta historia, no estoy faltando a nuestro acuerdo, pues sólo ella puede reconocerse en Miryam, nadie mas puede imaginar de quién estoy hablando.
También le demostré que todo lo que yo le había dicho se había cumplido a la letra: que temía que ella una vez en Argentina renunciara, y así fue; que si alguna vez nos dejábamos iba a ser ella quien me dejaría, no yo a ella, y a pesar de sus promesas de amor eterno, fue ella que lo hizo; que el que es infiel en lo poco, lo es en lo mucho... ¡y cuánto fue infiel!
Sí, porque no se termina todo aquí, falta el último detalle, quizás el mas desconcertante. Me puse en comunicación con nuestro Rabino para decirle que Miryam improvisamente había decidido dejarme, y él me dijo que debía quitarse una duda antes de darme una respuesta. Se quitó la duda, preguntándole directamente a ella: el joven que estuvo sentado junto a ella en la última reunión en la sinagoga, hermano de su cuñada (la mujer de su hermano), era su nuevo amor… ¿Cómo así, saltar de una cama a otra? ¿Qué clase de mujer actúa de ésa forma, que aún estando comprometida se deja cortejar, y acepta?... Hallé la explicación cuando me di cuenta finalmente cómo funciona su mente, qué hay en su subconsciente que la domina y le hace actuar de ésa manera, cuáles complejos la oprimen… En el contexto de mi análisis encuentran un lugar su adopción, su frustración familiar, el absurdo dominio que ejercen sobre ella sus padres todavía a su edad, y hasta la historia con Gershom.
Puedo decir que desde el punto de vista profesional, es una persona muy responsable. Es en el aspecto emotivo y volitivo que se ha quedado en la adolescencia. Sí, exactamente, ella no es todavía una mujer adulta, lo es sólo físicamente. Por eso sus padres la tratan como si tuviera 15 años, y ella lo acepta. Por eso es tan caprichosa. Es por eso que es tan voluble sentimentalmente. Por eso es que considera maduro a un varón de 17 años. Es uno de su edad. El hecho que haya decidido ahora ponerse de novia con el hermano de su cuñada tiene raíces en su complejo de no ser realmente la hermana de su hermano, al cual es tan allegada, ni la tía de sus sobrinos, a los cuales ama tanto. La única forma de serlo es, precisamente, emparentándose con su hermano a través de los consortes de ambos - ¡Ésa es la explicación! Sólo así sus hijos serán realmente primos de sus sobrinos, sólo así sus sobrinos serán verdaderamente sus sobrinos. Ése es el punto. No es por amor, aún no ha conocido el amor…
Yo la amé como nadie la ha amado, y dudo que alguien pueda hacerlo como lo hice yo. Yo quería que Miryam fuese la mujer de mi vida, no una mas de las que pasaron por mi cama… ¿Logrará alguna vez ser feliz? Espero que sí. En nuestra última conversación le pregunté si alguna vez fue feliz, y su respuesta silenciosa me dijo que no. De hecho, mirando sus fotos de cuando estaba con Joram, cuando supuestamente era feliz, en ninguna de ellas sonríe. Su expresión es siempre neutra. Ella misma me dijo que nadie la había hecho reír tanto como yo, y no la he visto reír mucho… Ella aún no es una mujer, no conoce el amor y por eso no es capaz de recibirlo. Es una niña. Su vida está dominada por miedos que la persiguen desde su niñez, temores que no le dejan conocer el amor. Sólo si alguna vez logra ser liberada de sus miedos podrá ser feliz, podrá amar y recibir amor. Quise liberarla de sus temores, pero ella misma no quiso. Quise darle la libertad, pero no tuvo el coraje de ser libre. Quise hacerla mujer, pero no sabe serlo. No es culpa de ella, sino de quienes la adoptaron, no como una hija sino como una propiedad.
Miryam es ahora para mí un hermoso recuerdo de un verano. Ésta historia es real, me acaba de suceder.

FIN

 

Aharón Revladsky
30 Tishri 5765 (15/10/2004)

 


 

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